La fe

 La Fe


La fe versa sobre una creencia puntual en algo; con intermediación de la razón.

 

La teología da un plus a la filosofía para que pueda entender mediante el uso de la razón la existencia de Dios.

Como humanos pecadores, no podemos ver a Dios; sin embargo, podemos ver la presencia de su respuesta de amor, en cada objeto material sobre el cual vertió su misericordia; y también lo sentimos cuando hemos orado pidiendo su intercesión, aun sin entender sus designios. Entonces lo vemos y lo sentimos, como bien dice Hebreos 11:1

En filosofía, la fe se refiere a una creencia o confianza profunda en algo que no está respaldado por pruebas o evidencia racional. La fe implica confiar en la veracidad o existencia de algo más allá de lo que se puede demostrar o comprender completamente a través de la razón o la experiencia empírica. Sin embargo, la fe no se limita solo al ámbito religioso. También puede abordar aspectos más generales de la existencia humana, como la confianza en los demás, la creencia en los valores éticos o la convicción en determinadas ideas o ideologías. Fuente: ¿Qué significa Fe en Filosofía? | Mis Filosofías ®

Todos hemos pasado circunstancias en las cuales en algún momento particular afirmamos que tenemos confianza, fe o creemos, en una idea, en un personaje político, en algún deportista destacado, sobre un concepto dentro de una ideología, no solo en política, sino también gremial o simplemente en las normas consensuadas para formar un club social. Pero, esa fe, esa confianza, esa creencia; no es el mismo sentimiento de creer en Dios o la fe o la confianza o la esperanza. ¡No!, estas emociones, sentimientos o conceptos son exclusivamente humanos, no tiene ninguna relación con la fe, la confianza o la esperanza en Dios. No debemos confundirlas, leamos Salmo 118:8 Mejor es confiar en Yahweh. Que confiar en el hombre. La fe en Dios es distinta, es excelsa, Divina.

En publicaciones anteriores analizamos los criterios que tiene la filosofía sobre la fe. Igual lo hicimos con otras disciplinas. Pudiendo comprobar que cada una de ellas ayuda al ser humano a entender lo que es la fe y viceversa. En esta publicación analizaremos cómo es posible que nazca la fe de la nada en el ateo y como se va incrementando en el creyente.

De la nada:

De la nada creó Dios todo lo visible e invisible; es decir, dentro del “todo” está su mejor creación: el hombre, un ser vivo o materia, es decir, con vida, y todo lo que ella implica; la naturaleza para nuestro sustento; y el mejor regalo: la libertad. Es decir, entre varios elementos está el libre albedrío y, por ende, la decisión de creer o no creer en Él, en Yahweh; esta afirmación reza explícitamente en la biblia, Deuteronomio 30:19 y otros versos. Tan claro es que un no creyente afirmaría: —Dios no tiene injerencia sobre mis pareceres; si creo o no es producto de mi libertad humana de autodeterminación—. Y como hemos leído, es cierto. No obstante, Transcurre el tiempo en la vida de esta persona no creyente; y de pronto, empieza a “dudar” de su ateísmo o gnosticismo o del sincretismo o desde el politeísmo o desde la adoración a un dios que no es Dios; y principia su pensamiento a evocar al único Dios verdadero. ¡Ahora duda de su decisión de no creer en Yahweh! ¿Qué pasó?¿Por qué de repente la duda?

Deuteronomio 30:19 En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que les he dado a elegir entre la vida y la muerte, y entre la bendición y la maldición. Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes;

Génesis 4:7 Si tú haces lo bueno yo te aceptaré, pero si haces lo malo, entonces el pecado te estará esperando para atacarte; te quiere dominar, pero tú debes dominarlo a él.

Hay dos razones, básicamente, en los seres humanos para creer en Dios. La primera es incuestionable, porque es una certeza. Leamos los siguientes versículos.

Génesis 1:26

Entonces dijo: «Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (...).

Génesis 2:7

El SEÑOR Dios formó al hombre tomando polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.

Gén 1:26 y Gén 2:7 narran nuestra creación. Concluimos entonces que todos los seres humanos tenemos el espíritu de Dios en mayor medida unos, y otros en menor medida. De ahí que siempre, aun cuando lo negamos, tenemos presente en nuestra mente al creador del universo, ¿por qué?, porque somos portadores de Su espíritu.

Dicho esto, y de modo enfático, emerge la segunda razón de comenzar a crear o volver a creer. ─Escuchar la Palabra de Dios─; y para escuchar necesitamos que “alguien” predique las enseñanzas de Yahweh, sembrar las Sagradas Escrituras al prójimo. Y ese predicador o sembrador, puede ser o tú o quien escribe; muchos de los creyentes deben ser los sembradores, no solo podemos, es obligación moral y orden de Dios, llevar a cabo la predicación.   

Romanos 10:17

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Debemos, en este punto, tener claro que quien cosecha es el Señor Jesucristo. Él será Él que lleve las ovejas a Su rebaño, al rebaño de Su Padre.

De hecho, podrían ellos resistirse a escuchar la predicación, pese a sentir en su ser a Dios; se oponen, se rebelan, incluso lo rechazan. Y con el agravante que el enemigo, el diablo, incide sobre esta resistencia.

Ahora una verdad absoluta: ─para Dios todo es posible─ Jeremías 32:17¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible. Que significa: pues, que hay esperanza de conversión e inmediatamente vendría la redención.   

Acoto con una reflexión de Joseph Ratzinger: ─La fe no se puede demostrar; es un cambio del ser; y solo quien cambia la acoge (…) la fe es un salto sobre el abismo infinito desde un mundo visible e implica la osadía de ver, lo que no se ve─.

Volvamos al “pero”. Debemos tener presente que, al inicio, cuando la persona comienza a pensar en Dios como su creador, este probable futuro hermano, se resistirá a ello, es decir, endurece su corazón. Se niega a escuchar la Palabra de Dios, colocando sobre la mesa toda clase de argumentos, para no escuchar, pudiendo ser de índole científica o filosóficas o lógicas. ¿Qué podemos hacer? Pues primero, orar al Espíritu Santo y pedir nos de sabiduría para predicar de la mejor manera posible.

Segundo: no entrar en discusión como aconseja San Pablo en: 2 Timoteo 2:22-3:1724 Un servidor de Dios no debe andar en peleas. Al contrario, debe ser bueno con todos, saber enseñar, y tener mucha paciencia. Debemos hacer nuestras las palabras de Pablo; y continuar con la predicación, escoger el verso más adecuado, gracias a la guía del Espíritu Santo, quien ayudará a ese espíritu constrictor que padece la incertidumbre de dar el paso atrás, según él, en su inteligencia. Debemos ayudarlo, ¡no tratar de convencerlo de que Dios existe!, no. Dios mismo se encargará de aquella alma descarriada.  

Acoto con una reflexión de Joseph Ratzinger: el hombre ha sido creado de tal manera que solo puede ver lo que no es Dios. (…) Dios es esencialmente invisible.(…) en el progresivo encuentro con Jesús se va dando cuenta de esto desde dentro, hasta que un día, al rezar el Padre Nuestro, le sobreviene un nuevo nacimiento. Y… percibe, ─no precisamente con el ridículo entendimiento, sino con todo el ser: que Él existe. Entonces el conocimiento se vuelve real.

La fe es fundamental para alcanzar la verdad. La fe hay que cultivarla, es un tesoro espiritual. Una vez presente en nuestras vidas, debemos ser fieles a Yahweh Dios. ¿Cómo? Practicando Sus enseñanzas.

Revisemos dones y virtudes, producto de la fe hacia Dios:

Paciencia. En especial sobre los tiempos de Dios; Él sabe exactamente, cuando nos dará lo que hemos pedido en oración. Y, en lo que se refiere al hombre, entender que no debemos hacer lo que no queremos que nos hagan.

Esperanza. La esperanza en Dios, es directamente proporcional a la fe. Su fortaleza permite esperar Su misericordia.   

Confianza. Esta va de la mano con la esperanza, porque si tenemos fe y esperanza, pues tendremos la confianza plena que Dios está con nosotros.

Alentar, reconfortar, impulsar, fortaleza. Recordemos el Salmo 27: 13 ¡Yo estoy seguro, Señor, que he de ver tu bondad en esta tierra de los vivientes! 14 ¡Espera en el Señor! ¡Infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡Sí, espera en el Señor!

Y sabiduría basándose en el conocimiento de Dios. La sabiduría y el conocimiento, debe venir de la oración y el pedido a Dios que nos dé y nos la incremente. Solo así ser una sabiduría proveniente del amor, de la misericordia de Dios. Si estas dos cualidades vienen del Altísimo, serán llenas de humildad, porque son de Dios. Humildad ante Él, y ante los hombres: ecuanimidad, calma y honradez.

Leamos versículos que alimentan nuestras almas de modo positivo:

Misericordia

Efesios 2:8-9

Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada;

Alcanzar

Romanos 10:17

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Fortaleza

Salmos 27:1

Yahweh es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Yahweh es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

Dudas

Santiago 1: 6 

Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro.

Reconciliarse

Salmos 118:8

Mejor es confiar en Yahweh Que confiar en el hombre.

Verdad absoluta

1 Corintios 2:5

Para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Confianza

Hebreos 13:8

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

Certeza

Marcos 10:52

Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.

Certeza a la distancia

Mateo 8:5-13

Señor, no merezco que vayas a mi casa, pero tan sólo da la orden y mi siervo quedará sanado.

—Les digo la verdad: nunca he visto en Israel a nadie con tanta fe

—Luego dijo Jesús al centurión: «Ve, y que se haga contigo tal y como has creído Y en ese mismo momento el criado del centurión quedó sano.

 


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