Es posible: nacer de nuevo, en la era que vivimos

 

Es posible: ─nacer de nuevo─, en la era que vivimos

Figura #1, imagen que resume la influencia del entorno sobre nuestra mente y sobre las cadenas de ADN, que están en el interior de los cromosomas y estos dentro de cada una de las células de nuestro cuerpo.

Juan 3:1-14

(…)  Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.»

El postulado axiomático de nuestro Señor Jesucristo: ─nacer de nuevo─, que Juan lo recoge en la historia de Jesús con Nicodemo, es una puntualización enfática del requisito indispensable que nos permitirá entrar a Su Reino. ¿Qué es nacer de nuevo? Ezequiel 36:26 describe que nacer de nuevo implica recibir un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Y 2 Corintios 5:17 lo relata como una real transformación espiritual, donde las cosas viejas pasan y todo en el espíritu se hace nuevo. Este renacimiento espiritual, este volver a nacer, es sustancial para beneficiarnos de Sus promesas, es decir, deleitarse de la vida eterna y la comunión con Yahweh Dios.

La transformación debe ser radical, pero no malentiendan. No es abandonar el trabajo, los estudios, el hogar, sino un iniciar una transformación espiritual, un cambio de vida donde el Señor Jesucristo pasa a ser nuestro centro. Es verdad que en algunos casos sí amerita alejarse de raíz de lo que nos esclaviza. Aquí lo importante es dar un cambio sostenido y a la velocidad que el entorno lo permita. Debemos acercarnos cada vez más a Dios, buscar su refugio, buscar sus bendiciones, y explicar a quienes nos rodean que hemos decidido cambiar nuestra forma de comportamiento, por una vida en Cristo y por Cristo. Significa vivir en el mundo, pero no dentro del mundo. D.L. Mady tiene una bonita parábola al respecto: Un barco navega en el agua, pero si el agua entra en el barco, este se hunde. Así los cristianos pueden vivir en el mundo, pero si el mundo se mete en ellos, se hunden. Entonces, el cambio radica en que debemos vivir una existencia sincera con Cristo y con quienes nos rodean.

Reflexionemos un poco desde el punto de vista teológico. Nicodemo, era un prominente judío y miembro del Sanedrín, una especie de congreso de la etnia de los hebreos y religiosa judía. Fue uno de los pocos judíos, maestros, ancianos y autoridades, que pudieron darse cuenta de que el Señor Jesucristo es Hijo de Dios y Dios mismo. Se deduce que esa noche que visitó a Jesús, iba en su nombre y en representación de otros prominentes judíos, se infiere desde Juan 3:2 (…) «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie podría hacer estas señales que tú haces si Dios no estuviera con él». Claramente, el verso indica que otras personas más compartían el sentir de que el Señor Jesucristo era hijo y enviado de Yahweh Dios, Su Padre.

Revisemos un “detalle” importante. ¿Por qué Nicodemo, preguntó, «¿Y cómo puede un hombre nacer, siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar en el vientre de su madre, y volver a nacer. Aparentemente, actúa con absoluta ignorancia a la aseveración de Jesús: ─nacer de nuevo─. Si él era doctor, prominente y maestro en la Sinagoga. En esta referencia bíblica se puede inferir, y de hecho así ha pasado, que probablemente lo hizo por ignorancia, o con cierta ironía, o que brotó en él su orgullo farisaico, o por ser falto de espiritualidad. Se da para pensar mucha cosa. Y se puede debatir cada una. Pero para el blog, fue una pregunta evangelizadora, predestinada, era necesaria. Él, como maestro y buen judío, sabía las siguientes referencias bíblicas del Antiguo Testamento, a las cuales hace referencia que para ser obedientes a Dios debemos tener un espíritu renovado. Estudiemos:

Ezequiel 11:19-20 19 Pondré en ellos un corazón y un espíritu nuevo. Les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible, 20 para que sigan mis ordenanzas y cumplan mis decretos. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.

Jeremias 31:33 33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

Salmo 51:12 ¡Devuélveme el gozo de tu salvación ¡Dame un espíritu dispuesto a obedecerte!

Joel 2:28 28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.

Ecl_11:5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

Como hemos podido reflexionar, Nicodemo, sabía que debemos renovar nuestro espíritu si deseamos tener una relación sincera y cercana con Dios. Lo que fue nuevo para él, es que, aun por pertenecer a una etnia judía o hebrea, no lo hace salvo solo por ser descendiente. Pues los judíos lo creen desde la época de Moisés, pero con el nuevo pacto, todo se centra y se concentra en las nuevas enseñanzas de Jesús, ordenadas por el Padre. Y también aprendió que, sin escuchar y practicar la Palabra de Dios, aplicada por medio del Espíritu Santo, nadie puede lograr una verdadera conversión y redención con Dios. Jesús enfatiza que la salvación radica en ser salvos por medio de la purificación de nuestro espíritu; la carne no le interesa, nunca fue su prioridad, porque esta es pecaminosa. Jesucristo lo manifiesta claramente: “lo que es nacido de la carne, carne es”. Y también insiste que la Palabra es primordial para poseer un espíritu renovado. Efesios_5:26 para santificarla. Él la purificó en el lavamiento del agua por la Palabra. ¿Pero, cómo actúa el Espíritu Santo en nosotros, para lograr que entendamos con sabiduría el mensaje revelado de Dios en las Santas Escrituras? Pues no se sabe. Lo que sí podemos ver y ser testigos, es referente al Fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23), o sea, un cristiano a carta cabal, luchando cada día de su vida contra el pecado y el enemigo. Aquella es nuestra evidencia cierta de que el Espíritu Santo ha obrado sobre nosotros los creyentes. Jua_7:38-39 De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva. 39 Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él.

REFERENCIAS CRUZADAS

 Juan 3:5 Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.

Juan_12:42-43 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

Lucas_18:18-30 (…) 29 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

Tito 3.5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.

Mateo 21:28-31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Ellos dijeron: El primero (el hijo obediente). Jesús les dijo: En verdad os digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros.

Proclividad a la ira desde la perspectiva médica y psicológica

Figura #2 Los factores externos, obran sobre el ADN. Lo estudia la epigenética

Las transformaciones del ADN, que no cambian la secuencia de este, lograrían influir sobre la funcionalidad genética. Los compuestos químicos que se añaden a genes específicos pueden regular su actividad. Estas modificaciones se conocen como cambios epigenéticos. No es tan simple el proceso, sin embargo, es un estracto para entender el cambio que ejerce el medio ambiente sobre el ADN. 

Cabe recordar que el ADN está dentro de los genes (el total de genes forman el genoma humano) y los genes se encuentran dentro de los cromosomas. Un gen es la unidad biológica elemental que transmite peculiaridades de una generación a otra.

El epigenoma abarca todos los compuestos químicos que se han adherido a la totalidad del ADN (genoma) como una forma de regular la actividad (expresión) de todos los genes dentro del genoma. (Epigenoma = “epi” significa: por encima, en griego). Estos cambios epigenéticos persisten conforme las células se dividen y, en unos casos, podrían heredarse de generación en generación. Cambiamos mientras vivimos, y podemos dar en heredar a la descendencia, nuestra conducta.

La epigenética actúa como un puente que conecta nuestras experiencias con nuestra biología (Kandler et al., 2017).

El punto es el siguiente. Si hemos nacido con una personalidad con propensión al pecado, es porque la hemos heredado, quizás, de nuestros padres. Pero conforme vamos creciendo, los factores externos, pueden ir cambiando nuestro ADN acorde a las experiencias buenas o malas, tristes o alegres. Es decir que, si nacimos malos, podemos hacernos bueno o lo contrario; todo dependerá del cúmulo de experiencias vertidas sobre nuestro ADN. Entonces podríamos sostener que la multiplicidad de personalidades en la población, se debe a las interrelaciones recíprocas entre genética y ambiente, incluida lo que pudo haber sido, y no fue.

CONCLUSIÓN

Gracias a Dios, tenemos dos métodos de cambio. Si nos rodeamos de un ambiente favorable de paz y sosiego dentro de lo posible, nuestro interior puede ir cambiando, transformándose. Y lo más importante, Dios, nuestro Señor, podría, si perseveramos en sus enseñanzas, cambiar la actitud de duda por fe. Paulatinamente, iremos transformándonos, es decir, estamos naciendo de nuevo. Tenemos que hacer el esfuerzo denodado; y el Señor Jesucristo, Su Padre y el Espíritu Santo, harán todo lo necesario para darnos un comportamiento diferente, una espiritualidad nueva, es decir: ─nacer de nuevo─. 

1 Pedro 1:3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.

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