Muerte de Saray. Alianza de Isaac y Rebeca

 

Muerte de Saray. Alianza de Isaac y Rebeca

Dibujo. Abrahán, lamentando la muerte de Saray

Génesis 23:1 Sara vivió ciento veintisiete años. Génesis 23:2 Murió Sara en Quiriat Arbá —que es Hebrón— en el país de Canaán, y Abrahán hizo duelo por Sara y la lloró. (…) Génesis 23:17 Así fue como la finca de Efrón que está en Macpelá, frente a Mambré, la finca y la cueva que hay en ella y todos los árboles que rodean la finca por todos sus lindes, todo ello vino a ser Génesis 23:18 propiedad de Abrahán, (...) Génesis 23:19 Después Abrahán sepultó a su mujer Sara en la cueva del campo de Macpelá, frente a Mambré (es Hebrón), en Canaán.

Reflexionemos:

17 versículos de 20, del capítulo 23, están dedicados a relatar la actitud que Abrahán tuvo en el momento de comprar la finca. La adquirió a un poblador hitita en la tierra de los cananeos. En el feudo existe una cueva que Abrahán utilizará como campo santo; pues allí dará sagrada sepultura a su esposa Saray. La adquiere por 400 siclos de plata. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿Por qué emplea casi la totalidad del capítulo 23, el hagiógrafo, para describir a detalle el negocio? Aparentemente, solo es una compraventa sin mayor trascendencia comercial. Debemos recordar que el Patriarca es beduino, no es costumbre comprar propiedades; es decir, errante por los lugares en que viaja y pernocta, sea por poco o largo tiempo. Y mientras permaneció en la —tierra prometida—, él no había adquirido ninguna propiedad, pese a que era un hombre adinerado, próspero, propietario de mucho ganado, hombres a su servicio: siervos, trabajadores a destajo, esclavos, etc. Su decisión de no adquirir tierras por la fuerza, sino a través de transacciones comerciales y trueques, refleja su deseo de vivir en paz y armonía con los habitantes de la tierra prometida. La compra de la cueva de Macpela para enterrar a Sara, su esposa, es vista como un acto de respeto y amor hacia ella, y también como una afirmación de su fe en las promesas de Dios. La razón exacta por la cual Abraham no adquirió más tierras antes de la muerte de Sara no se conoce con certeza, pero su historia continúa inspirando a muchos como un modelo de conducta ética y espiritual. Josué 1:1-9 (…) 3 Tal y como se lo prometí a Moisés, voy a darles cada lugar donde pongan los pies. (…). Pasaron aproximadamente 440 años, para entrar a la tierra prometida, desde Abrahán, hasta Josué. Entonces, vemos claramente que, la Palabra de Dios se cumple, y es a partir de Josué que Israel recibe la promesa de la tierra prometida. No hay relatos bíblicos donde los hebreos compren tierras. A excepción del rey David. Todas las propiedades las han ganado por la ayuda de Dios y las fueron ocupando, al ser ofrecimiento de Dios.  

Pero somos los humanos lo que hacemos que Dios se tarde en darnos nuestra recompensa, porque siempre claudicamos, como, por ejemplo, pequeñas mentiras piadosas; sin embargo, para Dios esas mentirillas, son pecados del mismo calibre, que las transgresiones de un asesino en serie.

Hermanos. Está en manos de los creyentes el acortar el tiempo para recibir cuanto antes las bendiciones de Dios. Tomemos esta historia de ejemplo clarificador, del cómo debemos perseverar en Dios. 

Alianza de Isaac y Rebeca

Foto artística de Rebeca conociendo a Isaac

Preeminencia

Hemos llegado a la historia de amor de Isaac y Rebeca; preordinada por Yahweh. Todo lo que acontece y se relata en el capítulo 24 del Génesis, en cada línea, de cada verso, brilla la presencia de Dios. Era necesario tal perfeccionamiento para que los sucesos se vayan dando, formen y estructuren el Pueblo de Dios. A bajo se resalta lo esencial del cap. 24, para la reflexión espiritual. Sin embargo, exhortamos a leer todo el capítulo, nunca está de más. El link en celeste.

Génesis 24

Génesis 24:2 (…) «Ven, pon tu mano debajo de mi muslo, Gén 24:3 que voy a juramentarte por Yahvé, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos con los que vivo (…), Gén 24:4 sino que irás a mi tierra y a mi patria a tomar mujer para mi hijo Isaac.» Gén 24:23 Después le dijo: «¿De quién eres hija? Dime: ¿hay en casa de tu padre sitio para hacer noche?» Gén 24:24 Ella le dijo: «Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor Gén 24:50 Respondieron Labán y Betuel: «De Yahvé ha salido este asunto. Nosotros no podemos decirte que está mal o que está bien (…). Gén 24:51 Ahí tienes a Rebeca: tómala y vete, y sea ella mujer del hijo de tu señor, como ha dicho YahvéGén 24:52 Cuando el siervo de Abrahán oyó lo que decían, adoró a Yahvé rostro en tierra (…). Gén 24:57 Ellos contestaron: «Llamemos a la joven y preguntémosle su opinión.» Gén 24:58 Llamaron, pues, a Rebeca y le preguntaron: «¿Qué?, ¿te vas con este hombre?» «Me voy», contestó ella (…).  Gén 24:65 Luego dijo al siervo: «¿Quién es aquel hombre que camina por el campo a nuestro encuentro?» Dijo el siervo: «Es mi señor.» Entonces ella tomó el velo y se cubrió. Gén 24:66 El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho, Gén 24:67 e Isaac introdujo a Rebeca en la tienda, tomó a Rebeca, que pasó a ser su mujer, y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su madre.

Referencia Cruzada

Deuteronomio 7.3-4

Jueces 14:3

Esdras 9.2.

Génesis 28:8

1Samuel 14:10

2 Corintios 6:14


Reflexión

La fe se consolida en la Palabra de Dios, que es etérea y a la vez perceptible. Visual en la penumbra de la aurora. Sonora en la voz de un ser querido. Tangible a tu corazón. No se sustenta en la razón, se construye en el amor a Dios

Pasemos a examinar de nuevo este paisaje, descrito en el oriente medio, en aquellos añejos principios de las épocas, en el alborada de la raza humana.

Revisemos señalamientos circunstanciales, para clarificar la historia. ¿Por qué Abrahán solicita a su capataz, Eleazar, que busque mujer para su hijo Isaac? Bueno, los expertos consideran que estaba en su lecho de muerte. Dada la costumbre; si Dios no le concedía tener hijos a Sara; Eleazar, su capataz, hubiera heredado las riquezas de su patrón. Pero nació Isaac, el hijo de la promesa, por lo tanto, él iba a perpetuar la estirpe. ¿Por qué Abrahán se demoró tanto en buscar esposa a su hijo? La Biblia no lo dice. El punto es que buscar esposa para Isaac, era costumbre de la época en la etnia del patriarca y debía ser una mujer creyente del único Dios verdadero, este era el principal motivo para el Patriarca.

Abrahán efectúa un sinnúmero de señalamientos a su criado y lo juramenta. Da claras instrucciones. El pedido importante e innegociable, que nunca jamás debe contraer matrimonio su hijo con una mujer cananea. Y la segunda, que vaya a la tierra de su parentela, a la parte alta de Asia menor, a Harán. Eleazar marcha rumbo a la tierra donde murió el padre del patriarca. Sale lleno de regalos para la novia y su familia.

Cuando llegó al pozo de agua, Eleazar, conocedor de que las mujeres por la tarde salían a recogerla, espera. Y mientras lo hace, ruega al creador, de rodillas, Su ayuda, El mayoral crea una estratagema para reconocer a la doncella; la misma debía ir acompañada de la bendición de Dios. Así, Eleazar sabrá a ciencia cierta cuál es la mujer escogida para Isaac. El criado, enterado de la profunda fe de su patrón Abrahán hacia Yahweh; ora, da gracias y pide ayuda a la encomienda. Y se da el encuentro, tal cual. Ya seguro, después del santo y seña aprobado por Dios, Eleazar se postra de rodillas dando gracia a Yahweh. De tal circunstancia de devoción y humillación, Rebeca es testigo. Como creyente, está clara que el hombre a quien ayudó a tomar agua es un enviado, una herramienta de Yahweh Dios. Segura de su fe y de lo que ha visto, sale hacia las carpas familiares.

Gén 24:50 Respondieron Labán y Betuel: «De Yahvé ha salido este asunto. Nosotros no podemos decirte que está mal o que está bien.

Después de que Rebeca narra lo sucedido, en el pozo de agua, con el siervo de Abrahán, a su padre Betuel y a su hermano Labán, este último, por orden de su padre, toma la iniciativa en el asunto y entrevista al empleado Eleazar. Y este, mientras explica el motivo de su visita, al mismo tiempo entregaba regalos, como era costumbre, a la familia de Rebeca. Incluso describe, con lujos de detalles, la posición económica de Abrahán y la herencia que recibiría Isaac. Dios había preordinado tal encuentro. Pero la avaricia de Labán, que la veremos en capítulos posteriores, emerge, aquí ya se deja ver un poco. Lo suficiente para deducir que, por interés, no pondrá oposición a que su hermana salga de la casa del padre con aquel hombre.

Vemos entonces dos circunstancias que llevan a Rebeca a aceptar la historia de Eleazar como real. La primera es un predeterminismo de Dios, y la segunda, la ambición del hombre. No olvidemos que también Rebeca recibió toda clase de regalos, y escuchó la historia de las riquezas; entonces, se podría decir que hay interés en ella al aceptar la propuesta. Duda razonable, pregunta pertinente. ¿Por qué está entremezclado, la decisión de Dios, con la codicia del hombre? O no la hay. O es, solamente, el vivo interés del humano por las riquezas.

El blog cree que son las dos razones. Dios nos ha dado Su Espíritu; sin embargo, en la caída del hombre, el pecado de Adán y Eva, también nos llenó de malicia. Dios es perfecto, crea y realiza solo cosas buenas, magnánimas, limpias, admirables, necesarias, llenas de amor y misericordia; Dios no puede tramar un encuentro establecido en la avaricia, jamás lo hizo, lo ha hecho o lo hará. Yahweh preordinó el encuentro de Isaac y Rebeca, pero el hombre lo contaminó. ¡¿Y el libre albedrío?!, dirán. Al tratarse de la estructuración y configuración del pueblo de Dios; en cada historia, y para que esta se dé conforme a Sus designios, aflora Su mano. El entramado de los coprotagonistas de esta historia se sustenta en el libre albedrío. No obstante, los verdaderos escogidos por Yahweh hacia la conformación de Su pueblo, son los protagonistas de esta historia. Abrahán, Isaac, Rebeca y el criado Eleazar, son partícipes directos en los designios de Yahweh, la preordinación. Labán actuó llevado por la más rancia avidez, y por tal razón sus decisiones son pecaminosas, es afán personal del hermano de Rebeca. Él es un creyente, y pese a este conocimiento del Dios verdadero, escoge el camino del pecado, por su libre albedrío.

Gén 24:58 Llamaron, pues, a Rebeca y le preguntaron: «¿Qué?, ¿te vas con este hombre?» «Me voy», contestó ella.

Después de escuchar, los motivos de su visita, Eleazar, pregunta si la chica escogida, se irá con él. La familia actúa acorde a un alejamiento, y pregunta a su hermana directamente, si acepta ir con el subordinado de Abrahán. Ella, Rebeca, contesta con un rotundo: Sí. Es por demás evidente la intervención de Dios en su providencia. Ya no había nada que la detenga. Tenía que cumplir los designios de Dios y pasar a ser madre de incontables seres humanos. Por tal motivo, otra vez y como debe ser, Eleazar, en genuflexión, da gracias a Dios por su ayuda.

Gén 24:65 Luego dijo al siervo (Rebeca): «¿Quién es aquel hombre que camina por el campo a nuestro encuentro?» Dijo el siervo: «Es mi señor.» Entonces ella tomó el velo y se cubrió.

El relato bíblico no narra en estas escenas la presencia de Abrahán. Es probable que ya haya muerto. Se deduce, porque Eleazar, a su regreso, no se detiene en la carpa de su patrón, sino que va directo a la tolda de Isaac. Pero veamos antes cómo Rebeca conoció a Isaac, a modo de flechazo de amor. Amor a primera vista. Dios así lo quiso. El hijo legítimo del Patriarca, lleva a su esposa a la choza de su madre, Saray, y consuma la unión. Termina este capítulo, refrendando la muerte de Abrahán sin señalarlo, porque no lo nombran. Narra el hagiógrafo, eso sí, que Rebeca ayudaría a consolar a Isaac por la muerte de la madre, pero muchos expertos creen que la traducción quizás quiso decir consolar a Isaac por la muerte del padre. Sea lo uno o lo otro, es el fin de la historia de Abrahán, el amigo de Dios, el primer Patriarca y el ejemplo de hombre de fe. Un monumento de fe inconmensurable para la humanidad y, por los siglos de los siglos. Eterno.

Conclusión

Está muy claro que Dios, intervino en el escogimiento de las mujeres para la parentela masculina de Abrahán. En este caso, Rebeca. Ella es pariente y creyente del Dios verdadero. Por lo tanto, se da la endogamia, pero era necesaria, porque solo los escogidos de Dios continuaban creyendo en Él. Esta historia es una muestra extremadamente clara. Las actitudes de rebeldía a Dios, podríamos extrapolarla hasta la actualidad. Somos una especie dura de cerviz, endurecemos el corazón al llamado de Yahweh Dios. Seamos personas de fe, como Abrahán.    

Hasta la próxima publicación. Bendiciones hermanos.  





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