Crisis de fe, de Abrán y Saraí

 Crisis de fe, de Abrán y Saraí

El Código de Hammurabi

Nacimiento de Ismael

Génesis 16:1-16; 21:1-21

Recordemos que Yahweh, prometió a Abrán, proveer descendencia tan numerosa, como las estrellas en el cielo. La falta de fe de Abrán y Saraí a esta promesa y a las consecuencias de aquella incorrección, amerita desmenuzarla.

Gén 15:4 Pero Yahvé le dijo: «No te heredará ése, sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas  Gén 15:5 Y sacándole afuera, le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas.» Y le dijo: «Así será tu descendencia

*** Como hemos leído en el capítulo 15, Yahweh Dios, promete a Abrán darle descendencia. Pasaron 13 años, desde Agar y su hijo Ismael, hasta el nacimiento de Issac. Continuemos con la historia del origen de Ismael. La promesa, como vemos en Gén 15:5, se la hizo Yahweh, primero a Abrán. En el capítulo 18, los ángeles de Dios se la explican a Saraí, de modo personal. El punto es, también, Saraí, estaba al tanto de que el Patriarca sería padre de un hijo legítimo. Recordemos que Dios no infringe sus propias leyes, Él es Perfecto. Saraí, seguro, se había enterado del particular por intermedio de su marido; es decir, era sabedora durante estos 13 años, que Abrán tendría descendencia por su intermedio. Quizás dedujo, que el linaje vendría por su decisión; es decir, el plan, el camino, el modo de traer la prole, debía ser asumido por ella. Por tal razón, y acorde con las usanzas de la época, respecto a las dificultades de reproducción de la mujer, infiere y resuelve, dar como concubina a su esclava Agar; y así, como resultado, ella, Saraí y su marido Abrán, tendrían descendencia. Tal plan llegó a cristalizarse. Como era la tradición en estos casos específicos, pudo Abrán inseminar a la esclava mientras Saraí la sostenía en sus piernas o, asimismo, recibir al niño recién nacido e inmediatamente ponerlo en su lecho. Por este proceder, el nacido vivo, pasaba a ser heredero del padre, aun siendo hijo de la carne, no de la esposa lícita. La falta está tanto en Abrán, como en Saraí; ellos no tuvieron la fe necesaria para entender el mensaje de Dios, y la paciencia de los tiempos de Elohim. La espera Divina, debe ser a acorde con Su voluntad, a la cual debemos sujetarnos. Él sabe nuestras necesidades y nos regala sus bendiciones conforme las angustias. Pero generalmente, no logramos comprender Sus tiempos.

La foto que ilustra el inicio de esta publicación es el código Hammurabi; va incluida para señalar que, en aquella época, era este compendio de leyes, dado por el rey y, según él, avalado por el dios pagano Marduk o Shamash; las que regían la región y sus alrededores (Mesopotania). Este código certificaba leyes divinas, no hechas por el hombre, de este modo le daban valor y respeto. En él no está descrita la aprobación de la expulsión de los esclavos, pero sí la costumbre de procrear por medio de las concubinas, siempre y cuando, esté probado que la esposa legítima no podía tener hijos. Sin embargo, pese a la obvia influencia idólatra, Abrán, Saraí y su séquito, no estaban regidos por estas leyes, sino por los mensajes del único Dios verdadero: Yahweh. Aun así, decidieron no seguir las órdenes de Dios; cometieron falta, se dejaron llevar al creer que el hombre es igual de pensante, como Yahweh Dios. Si bien era una práctica (dar la esclava como concubina al marido), tradicional de época y lugar; no obstante, esa costumbre, inequívocamente, no era aprobada por Dios.

Continuemos revisando los siguientes versos donde describen, como va transcurriendo la historia.

Gén 16:1-21

Gén 16:1 Saray, mujer de Abrán, no le daba hijos. Pero tenía una esclava egipcia, que se llamaba Agar,

Gén 16:2 y dijo Saray a Abrán: «Mira, Yahvé me ha hecho estéril. Llégate, pues, te ruego, a mi esclava. Quizá podré tener hijos de ella.» Abrán escuchó el consejo de Saray.

Gén 16:4 Se llegó, pues, él a Agar, que concibió. Pero luego, al verse ella encinta, miraba a su señora con desprecio.

Gén 16:5 Dijo entonces Saray a Abrán: «Mi agravio recaiga sobre ti. Yo puse mi esclava en tu seno, pero, al verse ella encinta, me mira con desprecio. Juzgue Yahvé entre nosotros dos

Gén 16:6 Respondió Abrán a Saray: «Ahí tienes a tu esclava en tus manos. Haz con ella como mejor te parezca.» Saray dio en maltratarla y ella huyó de su presencia.

Gén 16:7 La encontró el Ángel de Yahvé junto a una fuente que manaba en el desierto —la fuente que hay en el camino de Sur—

Gén 16:8 y dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?» Contestó ella: «Voy huyendo de mi señora Saray

Gén 16:9 «Vuelve a tu señora, le dijo el Ángel de Yahvé, y sométete a ella.»

Gén 16:10 Y dijo el Ángel de Yahvé: «Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse

Gén 16:11 Añadió el Ángel de Yahvé: Sábete que has concebido y que darás a luz un hijo, al que llamarás Ismael, porque Yahvé ha oído tu aflicción.

Gén 16:15 Agar dio a luz un hijo a Abrán, y éste llamó al hijo que Agar le había dado Ismael.

Gén 16:16 Tenía Abrán ochenta y seis años cuando Agar le dio su hijo Ismael.

*** La reflexión sucinta sería, del capítulo 16, la siguiente: 

Abrán y Saraí, actuaron contra los designios de Yahweh Dios; sus pecados, mayúsculos, radicaron en la poca fe; y la exigua confianza en Elohim, respecto a la promesa de paternidad. Falencias torrentosas que los arrastró hasta la incredulidad, y por la cual, fueron rebasados; especialmente Sara.

Reflexión. Ellos dos transitaron emociones y decisiones propias de los humanos. Saraí enfrentó la irreverencia de Agar, debido a lo cual, toma una inadecuada solución; y Abrán, cede al pedido de su mujer, pese a que Yahweh Dios, personalmente, le aseguró proveer linaje y de modo inconmensurable. Producto de esta suma de errores, Agar, abusada, huye. El Ángel de Dios la encuentra y no solo la auxilia, sino que da solución a sus problemas; y lo plausible a destacar es relevante, ordena el nombre que debe llevar: Ismael. Pasando a ser el hijo de la esclava, el primer niño, que Dios da el sustantivo distintivo, antes de nacer. Vale aclarar: algunas denominaciones, creen, otras suponen, y muchas aseguran que, el Ángel del Señor, es Jesucristo, nuestro salvador; especialmente en esta historia. Pero el blog, se decanta, el Ángel del Señor, es eso: un Ángel, y no el Señor Jesús. Este enviado de Yahweh, otorga a la esclava la solución a su incertidumbre. Es probable, al volver Agar donde su ama, relató lo que ella vivió en el desierto, a Abrán y a Sari; los cuales dieron por cierta, porque venía, el relato, acompañado de circunstancias que solo ellos conocían. Tanto fue así que Abrán, al nacer el niño, le puso el nombre que Dios había designado: —Dios oyó— es decir: Ismael. Por trece años, fue el único hijo de Abrán, hasta que volvió Dios Gén 18:9-16, y prometió a Saraí, —de ti nacerá un niño—. Después del nacimiento del segundo hijo del Patriarca, todo cambió, no solo para ellos, sino para el mundo entero, de aquella época, la actual y la que vendrá.

Información importante. Gén 6:10. Ismael es padre del pueblo árabe, de todos y cada uno de ellos. Entonces es pertinente preguntar: ¿Por qué hasta la fecha, tres religiones, judía, cristiana y árabe, no logran vivir en paz?; aun cuando proceden de Abrán las tres. Cabe mencionar, los pueblos de los cuales emergen, no somos bien “vistos” por la nación arábiga; con honrosas excepciones. Este es un grandísimo misterio divino; o quizá no. Deberíamos elaborar análisis teológicos, porque sociológico o geopolítico ya hay suficientes, pero ninguno concluyente. Sin embargo, hay un versículo que, a nuestro parecer, podría darnos una pista: Génesis 16:12 Será arisco (Ismael) como un potro salvaje; luchará contra todos, y todos contra él; pero él afirmará su casa, aunque sus hermanos se opongan.      

Génesis 17:5,15,16

Gén 17:5 No te llamarás más Abrán, sino que tu nombre será Abrahán, pues te he constituido padre de muchedumbre de pueblos.

Gén 17:15 Dijo Dios a Abrahán: «A Saray, tu mujer, no la llamarás más Saray, sino que su nombre será Sara.

Gén 17:16 Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré y se convertirá en naciones; reyes de pueblos procederán de ella

Gén 17:21 Pero mi alianza la estableceré con Isaac, el que Sara te dará a luz el año que viene por este tiempo.»

*** Yahweh Dios, en acto que no solo abarca el simbolismo, sino la evolución global de la configuración de Su pueblo. Cambia el nombre de Abrán y Saraí, por Abrahán y Sara. Y promete; porque lo que Dios promete lo cumple; ya no solo será el pueblo hebreo, Su pueblo, sino también, la mayoría de los pueblos del mundo. Y, después de la venida del Señor Jesucristo, pasamos a ser miembros de Su pueblo. Asimismo, todo aquel que diga a viva voz, por fe, que cree en el Señor Yahweh Dios, que lo ama, lo adora, y cumple sus preceptos y enseñanzas, integrará el pueblo escogido de Elohim, al momento.  

Independientemente de este gran acto de misericordia Divina, debemos meditar, sobre, la poca fe del patriarca y su pareja. Ellos cometieron una falta, y Dios, aun sabedor de sus yerros, cumple la promesa. Esta Gracias sucede, por dos razones. La primera, Yahweh, algunas veces, exige del hombre una conducta intachable, que lo lleve hacia un objetivo específico, mediante el cual, el escogido y las personas beneficiadas, pasan a formar parte de Su Plan de Salvación. La segunda, que es la mayoría de casos, Dios nos otorga Gracias, sin ninguna condición, son Gracias incondicionales; no porque el hombre las pida, Dios las da por lo que Yahweh Dios Es. Elohim, simplemente nos beneficia por su gran amor. Por tal razón, resulta imposible, para los seres humanos finitos, concebir a un Dios infinito, ubicuo, omnisciente y omnibenevolente.

Conclusión: No existe en este mundo una influencia mayor que la Palabra de Dios para restaurar al ser humano. La clave de la salvación está en perseverar en Yahweh, con fe, confianza y humildad.

Bendiciones hermanos, hasta la próxima publicación


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